Para la amistad, lo importante es arriesgarse

Solemos creer que la amistad se mide en tiempo. Si apenas conocí a una persona hace unas semanas, no parece natural que sea más amiga que alguien a quién conozco desde hace años. Pero sí puede serlo.

Una amistad puede darse en cualquier situación y en cualquier circunstancia. Tanto en los malos como en los buenos momentos puedes encontrar a una persona en quien confiarle lo que nadie puede observar a simple vista.

Porque la amistad ni siquiera se mide en la cantidad de experiencias vividas. La amistad se mide en la confianza que siente cada persona la una con la otra.

Y esto puede tardar años, como también puede tardar un segundo.

Pero existe mucha resistencia a la idea de permitir que una persona que conozco de hace poco pueda saber de mí más de lo necesario.

Porque el temor siempre existe y, aunque muchas veces nos evita males innecesarios, también nos evita buenas experiencias. Arriesgarse es uno de los requisitos para conseguir a una persona que congenia contigo.

Arriésgate a ir solo al cine, a un partido, a un evento. Seguramente allá encontrarás a alguien que comparte tus mismos gustos y, probablemente, se convierta en tu amiga.

Y aunque pueda resultar más difícil hacerlo que decirlo, solo la idea de hacerlo es mucho más útil que la poca fe a las personas.

Confiar que hay gente buena, que los malos son pocos y que puedes identificarlos cuando no respetan tus mismos valores, son la mentalidad que te permitirá ser alguien mejor gracias al aprendizaje que te entrega alguien más.